Maya Deren

 Eleanora Derenkowskaia, de nombre artístico Maya Deren, nació en Kiev en 1917. Aunque nacida en Europa, casi toda su vida artística la desarrolló en los EEUU. A los 19 años, tras especializarse en la Universidad de Siracusa en Periodismo y en Ciencias Políticas, fue pasando de la poesía a la cámara de manera natural, trabajando con imágenes sin necesidad de traducirlas a palabras. Como muchos cineastas, Deren no estudió cine sino que sintió la necesidad de usar ese lenguaje y de forma autodidacta se empleó en la búsqueda de un código cinematográfico propio. Contrariamente a lo que se estaba haciendo en el cine mudo americano se interesó por la creación del montaje, rechazando de esta forma la dependencia de lo narrativo y literario. Gracias a esta explotación de la cámara y el lenguaje, nuestro personaje innovó en el manejo del espacio y del tiempo en pantalla. Sus investigaciones le llevaron a explorar las cualidades domésticas del instrumento cinematográfico, por lo que, además de calificarla de “madre del cine de vanguardia americano”, podemos considerarla como la precursora de la Videodanza. La búsqueda de una “danza pura”, y de una colaboración fluida entre el cine y la danza, le llevó a Haití en varias ocasiones fuertemente atraída por los ritos de posesión.

 Aunque en su juventud escribió una tesina llamada “La influencia de la escuela simbolista francesa en los poetas anglo-americanos”, y a pesar de que su padre era un reconocido psiquiatra, Deren se fue haciendo cada vez más contraria a los análisis y a las interpretaciones artísticas de tipo psicoanalítico tan en boga en la época. De ese gusto inicial por el simbolismo fue evolucionando hasta proponer formas intraducibles, cercanas en este sentido al Haiku; y desde que realizara su primera película, rechazó cualquier interpretación que de su obra se hiciese. Con el paso del tiempo, sus obras (fue autora de seis cortometrajes) empezaron a ser cada vez más elaboradas técnicamente, manifestándose contra la tendencia a la improvisación que empezaba a emerger de la mano de cineastas como Jonas Mekas, y que se extendería con el nacimiento del cine directo, “el cinema verité” y la “Nouvelle Vague”. Nuestro personaje apelaba a un arte “clásico” que se mantuviese válida con el paso del tiempo, para ello imitaba la creación de sistemas vivos orgánicos construidos a partir de elementos descontextualizados y recombinados en una forma diferente, construyendo una realidad nueva con una lógica propia. Esta forma, basada en la “teoría de la Gestalt” debía contener más moralidad que estética.

 La mala recepción de su última película “The very Eye of Night” marcaría el inicio de su crisis cinematográfica que la llevó a interesarse cada vez más por la antropología y la religión, y rodeada de una gran cantidad de problemas morales y estéticos se perdió en unos cuantos proyectos que no pudieron llevarse a cabo. Durante sus años como cineasta dio multitud de conferencias sobre cine en Estados Unidos, Cuba y Canadá, en las que ilustraba mediante la proyección de sus películas los principios que iba descubriendo. Al final de su vida todas sus apariciones públicas en radio y televisión estuvieron relacionadas con el “Voudoeur” (vudú) haitiano, tema que la tenía totalmente hechizada y que sin duda contribuyó a la creación de su leyenda negra después de su muerte. De su experiencia en Haití nos queda una gran cantidad de metraje sin montar en la línea del cine etnográfico de sus amigos los antropólogos Margaret Mead y Gregory Bateson.

 Un último aspecto que hay que reivindicar en la labor de Maya Deren es que fue pionera a la hora de desarrollar nuevos canales de producción y distribución que servirían de base para toda una saga posterior de cineastas. Creó la “Creative Film Foundation”, una organización cuyo objetivo era apoyar el cine como forma de arte. También colaboró en la apertura de “Cinema 16”, sociedad de apoyo al cine independiente cuyos fundadores fueron Amos y Marcia Vogel, y a la que pertenecieron los nombres más influyentes del cine entre 1947 y 1963. Estas acciones eran fruto del rechazo que sentía por el cine de Hollywood, y es que, al igual que Edgar Morin se manifestaron en contra de las “películas espectáculo” que atrofiaban el desarrollo natural del cine. Deren proponía lo amateur frente a lo profesional, aprovechando la marginalidad y su ajustado presupuesto en pro de una libertad creativa.

 Maya Deren, una mujer que fue conscientemente a lo largo de su vida construyendo su propia leyenda, murió en extrañas circunstancias en 1961. En los últimos días se le oía comentar que quería volver a su Rusia natal. Sus cenizas están enterradas en una ladera del monte Fuji, en Tokio.


 El que Maya Deren no aceptara lo que se nos da hecho, supone que profesemos una indisimulada empatía hacia su figura; un espíritu libre, paradigma de lo insurrecto que no se somete a las normas artísticas.

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